Durante este período, la iglesia dominaba la sociedad gallega, dependiendo la ciudad de Vigo durante muchos años del monasterio cisterciense de Melón.
Durante la Edad Media, Vigo era conocido por sus plantaciones de olivares y por su floreciente comercio pesquero.
Existe constancia documental de iglesias románicas en el actual término municipal que prueban la existencia de importantes asentamientos de población en la zona en los siglos XI, XII y XIII, en localizaciones que coinciden con las actuales parroquias viguesas. De este período destacan Santiago de Bembrive, San Salvador de Coruxo y Santa María de Castrelos. Perviven además dos puentes en Sárdoma y Fragoso y restos románicos en la ermita de O Freixo en Valadares y en las iglesias barrocas de Sárdoma y de Santa Cristina de Lavadores.
A partir del siglo XII, en el que la ciudad comienza a recuperar población, Vigo sigue sometido al poder de la Iglesia y de los señores feudales. La parroquia de Santiago de Vigo era la más importante de la villa junto con el barrio de Santa María. El desarrollo de Vigo se vio limitado debido a que la Corona le otorgó a Baiona la facultad de comerciar por mar con otras ciudades.
Destacan en este período las hermosas Cantigas de Amigo compuestas por el trovador medieval Martín Codax.